Gracias a la beca que logré en la Fundación Leonidas Ortega Moreira pude estudiar en la Universidad Católica de Guayaquil y obtener la Licenciatura en Terapia Física. Tuve la oportunidad de realizar mi acción comunitaria diferentes proyectos como: Flomnet, biblioteca, en la organización del Bingo Educación y en el departamento de Becas: recibiendo a los nuevos becarios, organizando las carpetas de los aspirantes. Todo eso me ayudó mucho porque ahora que tengo mi propio negocio y todo ese conocimiento que adquirí lo pongo en práctica, esa parte de organización la aprendí allí.
La Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom) me transmitió los valores de la solidaridad, el compañerismo y también la puntualidad. Me enseñó a ser puntual en las asignaciones que me daban, en las charlas que asistía y sobretodo me enseñó ese compartir con los demás, a ser solidaria y salir de ti misma para encontrarte con el otro.
Aprendí a creer más en mí y a confiar en que las cosas sí se pueden cumplir cuando uno se las propone, pero también hay que lucharla. Ahora que soy mi propia jefa, que tengo mi negocio un Centro de Rehabilitación puedo ayudar a otras personas, en este caso a los adultos mayores.
Un profesional que viene de la Flom tiene esa gratitud de haber obtenido un regalo, que es la beca, que quizás por diferentes motivos no pudimos costearnos una carrera, pero la Flom nos dió esa oportunidad de estudiar lo que nos gusta y que nos podamos desempeñar en lo que siempre soñamos. Eso te hace sentir más orgulloso de lo que tienes, de lo que has logrado.
Desde que estaba en el colegio yo sabía exactamente qué quería, me gustaban mucho los negocios y viajar. Desde los 8 años soñaba con ir a otras partes. Recuerdo que mi papá me compró una enciclopedia cuando tenía 8 años y comencé a leer y a aprender inglés.
Cuando tuve 17 años, todavía no me graduaba y de casualidad pasé por las calles Rocafuerte y Tomás Martínez, donde aún queda la Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom), había un banner de becas, entré ahí y pregunté los requisitos. Estaba muy animado porque encajaba en todo y comencé a gestionar todo el proceso para obtener una beca y lo logré. Gracias a la beca estudié en la UEES en la carrera de Gestión Empresarial.
La Flom ha sido una parte esencial e importante de quien soy ahora porque me enseñó a ser más humano. Me ayudó a conocer gente que valoro muchísimo, profesionales y personas que son mis amigos actualmente y con quienes tenemos una característica en común: siempre queremos ayudar a los demás.
Quiero que mi empresa crezca aquí en Ecuador. Ahora estamos haciendo un proyecto de exportación con el licor de cacao, pero después quiero desarrollar un poco más el tema de exportaciones con otros productos para ayudar también a la economía del Ecuador.
A los jóvenes les dijera que crean realmente en lo que quieren porque, como una vez me lo dijo la licenciada Esthela Benítez (ex directora de becas Flom), no existe sueño inalcanzable solo poca fe. Si hay algo que realmente quieres lo puedes conseguir, busca las vías, toca puertas, intenta nuevamente, no importa cuantas vecesfalles, de eso se trata, de volver a intentar y buscar oportunidades.
Haber llegado a la Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom) fue una bendición, llegué en el momento perfecto. Me dije: quiero intentarlo y quiero ver de qué forma puedo aplicar a una beca porque mi promedio académico era bueno y podía acceder a una y así fue.
En la Flom como nos comprometíamos a hacer acción comunitaria tuve esa gran bendición de llegar a muchos colegios para dar capacitaciones de imagen personal a las futuras bachilleres y de esa forma prepararlas para iniciarse en el campo laboral. Gracias a eso pude descubrir en mí esa habilidad de poder hablar en público.
Ahora, como profesional lo sigo haciendo, dando capacitaciones ya no a colegios, sino a empresas en temas de imagen corporativa, atención al cliente. Eso fue como mi base para poder decir: soy buena para esto.
La Fundación Leonidas Ortega Moreira me ayudó a ser más humana a través del contacto con la gente, con los niños, con los adolescentes. Pienso que eso nos ayudó a formarnos no solamente como profesionales sino también como mejores seres humanos y eso es lo que realmente necesita nuestra sociedad hoy en día. Eso nos convierte en profesionales más conscientes.
Hablar de la Fundación me trae una serie de recuerdos. Siempre he dicho que la Flom transforma vidas, no solo de las personas que llegan a acceder a una beca sino de todo el entorno. A mí me transformó la vida definitivamente.
En cualquier espacio en el que me encuentro comparto esta experiencia. Yo vengo de una familia de muy escasos recursos económicos y la Flom me dio la oportunidad de acceder a un nivel educativo que quizás nunca hubiera imaginado. Si no hubiese sido por ese voto de confianza que me dieron yo no estuviera sentado acá. A ellos les debo esa gran oportunidad, haberme abierto los ojos y haberme invitado a arriesgarme.
Hice varias acciones de voluntariado, pero hay una que a mí me marcó, yo estuve impartiendo clases en los talleres de informática que daba la Flom a adultos mayores. Yo siempre me consideré como una persona con muy poca paciencia, pero esa experiencia puntual me nutrió muchísimo. Recuerdo que era un grupo de 12 señoras, que recién estaban aprendiendo cómo funcionaba una computadora, para ellas era un reto. Entendí que obviamente nadie nace sabiendo, necesitas ir aprendiendo en el camino. Me mostraron su gratitud y su cariño, entiendes lo maravilloso que puede resultar para alguien que lo ayudes. Aprendí con ellas.
Dentro de la fundación tienes un régimen disciplinario, debe cumplir con un nivel académico y tienes obligaciones como becario. Esos compromisos son los que te permiten ir fomentando ese líder que vas a ser mañana.
Si me preguntan concretamente que cambió en mi vida luego de formar parte de la Flom diría que me pulí como ser humano, como estudiante, como hijo, como hermano porque es una sinergia tan integral que te trabaja todos los escenarios.
En los próximos años me veo administrando justicia de manera responsable justamente como lo aprendí en cada uno de los escenarios de mi vida y en la misma Fundación. Posteriormente, me veo haciendo política y muy en un futuro haciendo consultorías en derechos humanos.
Hubo un tiempo que tuvimos dificultades económicas en la casa porque a mi papá lo separaron del trabajo y no lo liquidaron como debieron hacerlo. Entonces se nos complicó mucho. Mis papás siempre tuvieron la visión de que el estudio es primero. Recuerdo que mi mamá en ese entonces averiguó sobre la Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom) y reunió toda la información y logré una beca en la Universidad Católica de Guayaquil para realizar mis estudios en Derecho.
Una de las enseñanzas que me dió la Flom fue el valor de la familia, el trabajo en equipo y saber que siempre hay alguien que te puede apoyar.
Como esta beca involucra a la familia de los becarios, mi acción comunitaria la realicé con el apoyo de mi mamá, quien se involucró y amó tanto a la FLOM que considero fue un pilar fundamental en la realización del Proyecto Bingo Educación de la Flom, ella participaba con mucho entusiasmo y transmitía mucha paz. Cuando ella falleció me sorprendió que muchos compañeros becarios y autoridades de la Flom nos hayan acompañado y expresado palabras de gratitud para mi mamá. Me siento muy orgullosa de mi madre porque sé que el trabajo que ella realizó dejó huellas.
También hice buenas amigas, en la Flom conocemos personas que llegan a ser especiales en nuestras vidas, que, las quieres mucho, son contactos que no se han olvidado y que se mantienen a lo largo de los años.
Siento que la Fundación aparte de haberme beneficiado con mi beca para la universidad, , nos inculcó valores que los reflejamos a través de nuestros actos.
Uno de mis objetivos es tener una empresa propia o una consultoría en asociación con algunos colegas y por qué no expandirme internacionalmente para dejar sembrado todo lo que en este tiempo me han enseñado: la familia, la Flom y la vida.
Recuerdo la primera entrevista en la Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom) como si fuera ayer. La entrevista fue con Esthelita Benítez (ex directora de becas de la Flom), siempre me acuerdo de las palabras que me dijo ese día: mantener la beca dependía de mí, dependía de mí llegar a la meta, llegar a ser quien quería ser y cumplir el objetivo principal que era tener mi título profesional. Si no hubiera tenido el apoyo de la Fundación quizás no hubiera llegado a estudiar mi carrera en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).
En la Flom disfruté un montón haciendo varias actividades de Acción Comunitaria. Hice de todo un poco, pero la que más disfruté fue la dirección de la Asociación de Becarios (Asobflom). Me gustó desarrollar proyectos, trabajar con mis compañeros e involucrarlos en el proceso de capacitación durante el año, fue una experiencia enriquecedora.
Para mí, un profesional Flom se diferencia de otro porque somos más comprometidos, más conscientes de cuánto nos costó llegar a donde estamos. Eso nos hace valorar más el hecho de estar en una posición de trabajo, nos comprometemos más, damos el 110% porque nos ha costado bastante obtener nuestro título profesional. Cuando las empresas invierten en un profesional Flom lo hacen por sus conocimientos, pero también por sus valores. Estos ámbitos se complementan y así obtienen un profesional de calidad.
Mi experiencia en la Fundación Leonidas Ortega Moreira (Flom) fue la mejor. Fue una época de mi vida muy gratificante desde el punto de vista social. Conocí gente muy interesante, humana ante todo, que contribuyó a mi desarrollo como persona. Gracias a la Flom me he formado íntegramente como ser humano, no solamente con una visión académica sino también con una visión social.
Mi acción comunitaria, por lo general, estaba en la biblioteca y la actividad era enfocada con niños. Recuerdo tanto el programa anfitrión, en el cual se recibían a los niños de escuelas públicas y yo supervisaba los trayectos que se hacían primero por el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) y luego llevaba a los niños a la Fundación. Allí me encargaba de contarles cuentos tanto de la ciudad como del país. Posteriormente les inculcaba la lectura, les repartía cuentos para que ellos lean y luego ellos relataban lo que entendían.
Antes de entrar a la Flom pasaba metido en mi casa con mi familia, era muy poco sociable. Cuando llego a la Flom conozco a personas de diversos lados, de diversos niveles socioculturales y comienzo a transformarme en un William más sociable, más responsable, más preocupado por el aspecto social del territorio, en este caso de la ciudad, por los niños. Comencé a darme cuenta que uno tiene ciertas comodidades que otras personas no las tienen y que aun así llevan una vida alegre sin ningún tipo de preocupación y eso te llena desde el punto de vista humano.
Un profesional de la Flom se diferencia por su parte humana. Esa parte humana que adquirí en la fundación a través de los programas y a través de las personas como la licenciada Esthela Benítez, la economista Marcela, la psicóloga María Dolores, Mónica, Vicente, Alberto , todos ellos. La Fundación no es una pared, no es algo muerto, la Fundación son ellos y ellos te transmitían su carisma, su trabajo social, que tú lo adquirías y te iba formando íntegramente como un profesional con otras competencias, te convirtió en un profesional competitivo en el mercado.